
¿Qué sería de los créditos de las películas de Star Wars sin John Williams? ¿Qué poca intensidad tendría una batalla romana sin Hans Zimmer? Incluso Clint Eastwood sería menos Clint sin Ennio Morricone. Pocos recordaríamos esos personajes y momentos si no los acompañásemos de ciertos matices y notas musicales, ¿verdad?. Está claro es que los sentidos humanos no trabajan cada uno a su aire, éstos se unen para formar un concepto global de todo lo que experimentamos a nuestro alrededor. A veces ocurre incluso sin darnos cuenta, como sucede por ejemplo con la comida, con los aromas, el color o incluso la textura del alimento, formando un conjunto en el que no sólo trabaja el sentido que relacionamos principalmente con la comida, el sentido del gusto.
Lo mismo ocurre mientras jugamos. El juego entra por los ojos,
cierto, pero también se disfruta por muchos más sentidos, incluso
mediante el tacto cuando un enemigo grande se acerca y comienza a vibrar
el mando. Todo eso hace un pack, un verdadero combo que bien llevado
puede sacudir las entrañas de nuestro cerebro en un verdadero cocktail
explosivo de sensaciones que tras acabarlas digamos…¡guau!
Los juegos están llenos de esas pequeñas sorpresas que a veces no
apreciamos, pero que finalmente el cerebro capta para hacernos vivir una
experiencia global más gratificante y, al final, dejarnos un buen sabor
de boca. Todo eso es trabajo y desarrollo, énfasis en sonidos, brillos y
tensiones que las desarrolladoras luchan por afinar, ya que son
pequeños matices los que pueden convertir algo en éxito o en fracaso.
Sin embargo, también hay ejemplos en los que ocurre lo contrario, que
una buena idea se caiga simplemente por no haber dado con la tecla
adecuada. En muchos casos, la musical.
El artículo que os presento no se trata de explicaros la sinapsis
cerebral, ni los sentidos humanos, ni cosas de ésas, no, para eso
entiendo que habéis ido al colegio xD. Lo que trato de destacar es que
muchas veces nos dedicamos a analizar que, por ejemplo, el juego online
funcione perfecto, que los gráficos sean espectaculares, que el título
nos brinde muchas horas de juego, etc… y pasamos por alto algo que a mí
personalmente me encanta, la música de los videojuegos.
Así que, haciendo un símil de cómo he comenzado el artículo, os vuelvo a preguntar: ¿qué sería de Link sin las canciones que le acompañan por sus aventuras? o también ¿sería Halo menos Halo sin la magistral orquesta que acompaña al Jefe Maestro en su epopeya de salvación del universo? Tal vez incluso el submundo de Mario Bros sería menos submundo sin ese ritmillo tan pegadizo que lo acompaña.
Pues sí señores, existen gran cantidad de canciones, de temas y
efectos sonoros que nos vienen acompañando desde siempre en este hobby
videojueguil que tenemos. Unas veces bien, y otras no tan bien. Desde
los lejanos 8 bits hasta las más recientes grabaciones en estudios y
orquestas perfectamente digitalizadas, grabadas y dirigidas. Resultaría
imposible nombrar todas las buenas canciones, porque realmente son
muchas, tal vez incontables. Así que voy a intentar cerrar un poco el
círculo y comentar una serie de videojuegos que no sólo tienen buena
música en sus pasajes, sino que perfectamente puedes enfrascar y aislar
sus músicas para formar auténticas obras individuales con su banda
sonora original. Comencemos:
Empezaré por un título que en mis primeras horas de juego ya me
cautivó y me dediqué a apartar las diferentes canciones para hacerme un
cd y disfrutarlo en la minicadena. Se trata del Quake 2,
un shooter épico de 1997 con una música metalera y bastante toque
industrial que me impactó desde el primer momento. Esto, unido a que
comenzábamos a tener hardware de aceleración gráfica al alcance de
nuestros bolsillos, hacía que el juego fuera fluído, en concordancia con
su cañera música.
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